Salmón al horno y una sola bandeja (una cena para días de cansancio extremo)
Todo empezó una noche de esas en las que llegué a casa empapada, cero ganas de nada (lo cual es frecuente a última hora de la tarde), y solo me esperaban exactamente tres cosas entre la despensa y la nevera, con más días que energía: dos filetes de salmón, un bote de alcachofas algo abandonado (de ese rincón que llamo mi "despensa de pánico") y un tarro de aceitunas que parecía reservado para mejor ocasión.
Mi cerebro me decía: "Deberías picar una cebolla fresca", pero yo respondí: "La vida es demasiado corta para llorar a causa de una cebolla," y agarré la que ya viene fileteada del súper (¡Superpoder perezoso!). Para más inri, ni me molesté en descongelar el salmón antes. Lo puse tal cual. El momento tragicómico vino cuando, por querer hacer todo con una sola mano y no mancharme, la mitad de las aceitunas rodaron bajo el frigo. En ese punto, decidí que si alguna aceituna quería vivir, era libre. Chaotic, but resourceful.
Veinte (o treinta) minutos después, estaba todo hecho: el horno había hecho la mayor parte del trabajo y la cocina olía a gloria bendita, a cítrico y a salitre. El salmón queda absurdamente jugoso, escamoso por dentro y sellado. Las alcachofas se vuelven tiernas, absorbiendo todo el sabor cítrico. Y las aceitunas (las supervivientes) se ablandan y explotan en la boca, dando ese toque chic de receta “mediterránea” que te hace sentir que has cocinado de verdad.
No recuerdo el día, pero sí que el plato me devolvió la fe en las cenas fáciles y dignas para personas cansadas del mundo.
¿Lista para hacerlo tú también? Te prometo que es casi más un ensamblaje que una receta.
Salmón al horno con alcachofas y aceitunas
Ideal para noches con poco tiempo: pocos ingredientes, casi sin fregar, y el horno lo hace todo. Si yo lo hago saliendo de un lunes zombie… tú también puedes.

Raciones: 2 personas
Prep: 5–10 minutos (menos si usas todo ya cortado)
Cocción: 30–35 minutos
Total: 40–45 minutos
Ingredientes
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1 cebolla morada mediana, cortada en gajos finos (ver trucos)
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1 limón sin cera (mitad en rodajas finas y la otra mitad en cuartos para servir)
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1 bote de corazones de alcachofa en aceite de 150 g (unas 5.3 oz)
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100 g de aceitunas verdes o negras deshuesadas (aprox. ½ taza, y si alguna se pierde, tampoco pasa nada)
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2 filetes de salmón de unos 150 g cada uno (mejor con piel, y sí, pueden ser congelados)
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Sal y pimienta negra recién molida, al gusto
Instrucciones
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Calienta el horno a 200ºC (o 180ºC si usas ventilador). (No hace falta que esté súper caliente, tu horno tampoco exige tanto hoy).
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Escurre las alcachofas, pero guarda 2-3 cucharadas del aceite. (Sería pecado tirar ese oro líquido).
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En la fuente de horno, mezcla la cebolla (no importa que sea de bolsa), las rodajas de limón y las cucharadas de aceite de las alcachofas. (Truco perezoso: usa papel de hornear y ni tendrás que fregar la bandeja).
Si tus filetes de salmón están congelados, ponlos en la bandeja ahora. Sazona con sal y pimienta. -
Asa esta mezcla durante 15 minutos. Si te olvidas y dejas 20, tampoco pasará nada, solamente más sabor.
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Pon los filetes de salmón sobre la cama de cebolla y limón, si están descongelados. Sazona generosamente.
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Reparte las alcachofas y las aceitunas (las que queden) encima y alrededor del pescado.
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Si los corazones de alcachofa son grandes, córtalos con unas tijeras, directamente en la fuente (menos cacharros).
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Vuelve a meter todo al horno y cocina 15–20 minutos, dependiendo del tamaño de los filetes de salmón. Sabrás que está listo cuando el pescado esté opaco y se desmenuce sin pelear.
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Sirve bien caliente, con el cuarto de limón restante para que tú (o quien coma contigo) exprimas cuando más te apetezca.
Trucos y variaciones súper perezosos
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Todo en una sola bandeja: Usa papel sulfurizado y olvida el fregoteo.
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¿Más contundente? Añade patatas cortadas en rodajas al principio, con la cebolla y el limón. Probablemente las patatas congeladas también funcionen (siempre buscando el lazy shortcut).
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¿No te gustan las alcachofas? Mete pimientos asados de bote o esas verduras congeladas que nunca usas.
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Toque rápido chic: Unas alcaparras mezcladas con las alcachofas y aceitunas, o un poco de perejil en el último minuto, y quedas como chef de Pinterest.
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Cebolla de bolsa siempre en casa: Si tienes cero ganas, la cebolla ya cortada te va a encantar. Y si directamente la evitas, tampoco pasará nada grave.
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Salmón congelado: El pescado va del congelador al horno y nadie va a sospechar, te lo prometo. Basta con que lo pongas en la fuente desde el principio, con la cebolla y las rodajas de limón.
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No te molestes en buscar las aceitunas perdidas: El universo decidirá cuántas van al plato.
Si yo fui capaz de sacar esto adelante un día de máxima pereza y cansancio, tú puedes hacerlo cualquier noche, o cualquier día, con cualquier energía. Dale confianza a tu horno… y no te preocupes, mientras menos te compliques, más rico sabe.


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