Osteria dil Tempo Perso

Cada vez que voy a Roma me impresiona la cantidad de turistas que hay en esa ciudad. La verdad es que los romanos deben de estar bastante hartos de tanto trasiego.

Mi impresión es que el turismo masivo le quita el encanto y la magnificencia a una ciudad que tiene una historia milenaria, con unos monumentos majestuosos. Impresiona pensar lo que ha sucedido ahí a lo largo de los siglos, pero ver tanta gente alrededor lo hace parecer una especie de parque de atracciones. Me parece poco respetuoso.

En todo caso, pasear un domingo por la mañana por la Vila Borghese es un auténtico placer. La Vila Borghese se encuentra en una de las famosas siete colinas de Roma, es un parque muy grande lleno de curiosidades, ferias, cafeterías, museos, y sobre todo, lleno de naturaleza. 

Naturalmente - si eres turista - al salir de la Vila Borghese puedes tomar dos caminos: uno, hacia la Plaza de España y los escalones españoles, o hacia pa Piazza del Popolo. Nosotras decidimos ir a la Plaza de España, que como digo, estaba imposible de gente. Dimos un paseo por las calles Via dei Condotti y la Via del Corso, donde están todas las tiendas, e hicimos un par de paradas. Mi amiga D se compró un montón de cosas. Yo, algo menos.



Cuando llegamos a la Piazza del Popolo, teníamos bastante hambre después de andar y comprar. Yo tenía idea de andar un poco más para probar una pizzería que me habían recomendado, cerca del Vaticano, D no estaba por la labor. Así que nos pusimos a callejear para intentar no caer en un restaurante para turistas.

En una calle lateral cercana a la plaza vimos este restaurante que nos llamó enseguida la atención por su terraza, muy coqueta. La terraza estaba llena, pero justo les quedaba una mesa para dos. Ya que estábamos de suerte, no íbamos a desaprovecharla.

Comprobamos que estábamos rodeadas de locales, lo que nos reconfortó bastante. Los comensales de este restaurante eran de mayor edad que los que encontramos cuando fuimos a Zi’ Umberto. 

La carta era muy extensa. Puedes encontrar los típicos “antipasti”, pastas y risottos, ensaladas, carnes y pescados a la plancha, quesos, y hasta pizzas. 

Después de pedir dos copas de vino blanco de la casa, nos decidimos por compartir una ensalada Caprese y los unos deliciosos porcini. Como plato principal D se pidió una parrillada de pescado, y yo pedí pasta al pesto. 

La presentación de la ensalada, fenomenal. Era una torre hecha de una capa de mozzarella fresca, y otro de tomate, rociada con una aceite de oliva buenísimo, espolvoreada con orégano y coronada por media aceituna negra. Por supuesto, estaba tan buena como aparentaba. Claro está que es difícil equivocarse con una ensalada Caprese, especialmente en Italia.

Los porcini a la plancha estaban tremendos. Tremendos. No creo que sea cosa del restaurante. Es cosa de la seta. De verdad. Si os gustan las setas, y estáis en Italia, pedid porcini. Cuantas veces podáis. El sabor y la textura - ya sé que me repito - son inigualables. Sólo la pinta del plato lo dice todo, ¿no?.




Finalmente llegaron los principales (que regamos con otra copa de vino de la casa). La parrillada de pescado era inmensa, desde luego mejor para dos que para una persona. Estaba compuesta de un filete de emperador, un lenguado, un calamar y una cigala, todo con una pinta estupenda, y, la verdad es que estaba espectacular. Yo no soy muy de pescado, pero cuando está tan bien hecho y presentado, no hay a quién no le pueda gustar. La cosa es que yo probé sólo un poco, porque lo mío es más la pasta.

Yo creo que mi salsa favorita es el pesto. Es muy fácil de hacer también en casa, y cuando lo pides fuera, y está tan bueno como este, no tiene desperdicio. También me encanta la pasta en Italia - sobre todo los pici, que son típicos de Roma y son, por así decirlo, como spaghetti pero más gordos. Fenomenales. Para chuparse los dedos. ¡Mira cómo deje le plato!




Después de tanta comida no teníamos hueco para nada más, así que pedimos un chupito de limoncello de la casa, y la cuenta.

El susto: ya había visto en la carta que los precios eran mayores que en otros restaurantes, quizá por su localización y porque sin duda este sitio está dedicado a un público más refinado (¿o más adinerado?). El total de la cuenta fueron 120 Euros, fundamentalmente la culpa fue del vino (el resto de los platos los habíamos consultado en la carta). El vino se llevó un tercio de la cuenta.

Mi experiencia en Italia es que, en general, los vinos son bastante caros, teniendo en cuenta que es una tierra de vinos por excelencia. Fácilmente una copa de vino “de la casa” te puede salir por 6 y hasta 9 euros, dependiendo del sitio en el que te encuentres. Por supuesto se trata de vino de calidad, pero llama la atención que en muchos sitios no haya opciones de precio más moderado.

En conjunto, nuestra experiencia en la Osteria dil Tempo Perso fue muy agradable. La terraza es muy coqueta, la afluencia es mayormente local (a pesar de encontrarse a pocos metros de la Piazza dil Popolo), el ambiente es muy agradable y elegante, así como el servicio. La comida buena, correcta, sin estridencias y fantásticamente presentada.

Como todos lados, la calidad y la elegancia se pagan.

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