Jockey (Ibiza)
La Playa de Las Salinas es mi favorita en Ibiza, no sólo por su belleza con sus aguas claras y su horizonte despejado, si no también por su ambiente relajado y un poco decadente.
A lo largo de la playa puedes encontrar tres restaurantes, pero yo voy siempre sólo a uno: Jockey. Siempre que voy a Ibiza voy ahí, no falla.
El restaurante está apostado en la playa como un chiringuito gigante, todo hecho en madera. A sus pies están las hamacas y las camas balinesas. En temporada se dejan ver las caras más famosas del mundo: modelos, futbolistas, actores… la creme de la creme del famoseo.
Yo prefiero ir cuando está más tranquilo, y a principios de octubre se convierte en el sitio perfecto, lleno pero sin agobiar, temperatura perfecta.
La carta es bastante normal, puedes encontrar desde “schnitzel”, ensaladas, hamburguesas, pizzas, carnes y pescados, sin duda todo de calidad pero en carta nada llama realmente la atención. Lo que resulta más interesante es echar un ojo a los especiales del día, que siempre sorprenden.
Tampoco hay que olvidarse de echar un vistazo a su selecta carta de cóckteles, algo más de una docena, pero están mezclados a la perfección.
Esta vez nos liamos la manta a la cabeza y pedimos una jarra de sangría de cava, que agradecimos porque estaba muy fresquita, plagada de fresas que le daban un sabor buenísimo. Como siempre, acompañan la bebida con cocktail de vinagrillos y pan con alioli (aquí está bueno!!!). Lo que viene a ser el aperitivo perfecto.
De entrante nos apetecía una ensalada y dada nuestra obsesión por la burrata, pedimos la Tricolor Zoe, que es una variación de la caprese, pero añadiendo aguacate y manzana a la consabida burrata, tomate y albahaca. La presentación, como siempre, exquisita, pero no más que la propia ensalada. La combinación de sabores y texturas sorprende y combina a la perfección.
Como plato principal, J se pidió un “schnitzel” (no lo entendí mucho, yo soy más de pedir cosas exóticas cuando salgo a comer fuera), y yo me decanté por el tartar de atún rojo con mango, aguacate y wakame.
Como era de esperar, el schitzel estaba muy bueno, especialmente las patatas fritas que está clararísimo que son peladas y cortadas a mano en la casa, buena ración - el filete era enorme. Pero en mi opinión le fallaba el factor sorpresa. En un sitio como este, en serio, no te pidas schnitzel, consejo.
El tartar de atún, sin embargo, no defraudó. La presentación inmaculada, y de nuevo la mezcla del mango, con la salsa de wakame y el pescado consiguieron que este plato fuera el ganador de la jornada.
Después de tanta comida he de reconocer que hasta nos costó terminarnos la sangría de cava así que en esta ocasión tampoco pedimos postre. Pedimos la cuenta para poder ir de vuelta a la playa a echar una siesta…
El susto: estando en la isla en que está, y siendo tan “posh” como es, te puedes hacer una idea de que no es un sitio barato. Pero, sinceramente, no es tan caro, o a mí no me lo parece. Una buena comida, con un muy bien servicio, mirando al mar, con toques de lujo y una presentación maravillosa de los platos, que te los comes con los ojos… para dos personas fueron 120 Euros con propina incluida. He ido a otros sitios donde me han cobrado lo mismo y me he sentido estafada. En Jockey siempre me parece que un precio más que justo.
Si vas a Ibiza, mejor dicho, cuando vayas a Ibiza, que no se te pase darte una vuelta por Jockey, además de ambientazo jet set, de vez en cuando se descuelgan con una sesión de DJ… Te sentirás como uno de ellos.
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