Carnaval en Jávea

Tenía ganas hace tiempo de ir a la Playa del Arenal en Jávea a tomar algo, y por fin se dio la ocasión. Fue hace un par de semanas, mediados de septiembre, un tiempo precioso, y la playa tenía una pinta fenomenal - estaba llena, pero no agobiante como en agosto. 

Estuvimos andando arriba y abajo del paseo marítimo, que está lleno de tiendas varias, heladerías y por supuesto, todo tipo de restaurantes. No teníamos muy claro qué queríamos comer, así que paramos de vez en cuando a ver las distintas ofertas, hasta que encontramos lo que, sin saber, buscábamos.

Carnaval está más o menos a medio camino del paseo marítimo. Es un espacio bastante grande, decorado en mi opinión de una forma un tanto minimalista, las sillas y mesas de colores neutros, con algún sofá rojo rompiendo la monotonía, la pared de la barra en color oscuro le da un toque de elegancia, y marcando la diferencia con exuberantes lámparas doradas de tipo morisco. En conjunto todo muy bien.

Lo que realmente nos llamó la atención fue la carta. Carnaval reúne la cocina mexicana, thai, sushi, y mediterránea en un mismo local. Nos pareció genial, porque con tanta variedad puedes estar seguro de que hay algo para todos. Pero como el que “mucho abarca poco aprieta” nos preguntábamos si la calidad de la comida estaría a la altura. Decidimos probar,

La selección de cocktails y bebidas varias con y sin alcohol es amplísima. Yo me decidí por un margarita, y J se decidió por un batido “detox” - que le tocaba conducir.

El batido detox lleva espinacas, pepino, manzana, apio y gengibre, con un punto de limón para, además de darle un toque, evitar la oxidación. Las bebidas las prepara el barman detrás de la barra y puedes ver que los ingredientes son frescos y se preparan en el momento. La verdad, el “brebaje” estaba buenísimo, además los sirven en unas jarras muy graciosas, parecen más bien frascos de mermelada, y el tamaño de la bebida es considerable. Presentación impecable.




De mi margarita, qué decir. Estaba perfecto, ni muy fuerte ni muy flojo, ni muy dulce ni muy ácido. 
Vamos, que si te gustan los margaritas, desde luego te tienes que pasar por Carnaval.




Bebidas en mano empezamos a ojear la carta. En cada tipo de cocina tienen un número limitado de platos, pero siempre contando con los sospechosos habituales: nachos y fajitas mexicanas, sashimi y maki japoneses, curry y arroces en la parte thai, todo completado con tapas, sándwiches y ensaladas. Y también cuentan con un menú infantil. En conjunto la carta es muy amplia y variada.

Nos decidimos por unos maki rellenos de pepino, atún y crujiente, como entrante, y un plato de pollo thai con leche de coco acompañados por noodles (puedes acompañarlos con arroz, o no pedir nada), como principal, ambos para compartir.Teníamos pensado probar también los nachos, pero la camarera nos recomendó esperar, y pedirlos luego si seguíamos teniendo hambre. Sabia recomendación.

Decir que la presentación es impecable. Los maki están impecablemente ordenados en un plato de loza negro, muy japonés, acompañados con ensalada de algas, jengibre fresco y el consabido wasabi. Vamos, que te entra por los ojos. Como curiosidad decir que la salsa de soja que acompañaba era más densa de lo normal, tirando un poco más a la textura de la salsa hoisin.



No es que me considere una experta en maki, pero algunos he comido, y estos estaban buenísimos. La única crítica que podría hacer, quizá, es que hubiera querido un poco más de wasabi. También, al ser la salsa de soja densa, es más difícil disolver el wasabi. Por lo demás todo excelente.

Una vez hubimos acabado con el entrante, nos trajeron el pollo y los noodles, los cacahuetes aparte (muy inteligente, porque se evitan problemas de alergias). El plato en sí es sencillo, pollo con judías verdes y una salsa picante con base de leche de coco. Aparte de tener una pinta excelente, estaba buenísimo. 



Después de las bebidas y los dos platos, realmente no nos cabía nada más. El temido momento llegó: ¡la cuenta!. Pues nada de sustos: el precio de este local es muy razonable, especialmente cuando tienes en cuenta la calidad. 

Especial mención a las camareras. Parece claro que están seleccionadas a propósito, pues son todas guapísimas y simpatiquísimas. Van vestidas de forma casual: vaqueros, camiseta negra, deportivas. El servicio impecable, y siempre con una sonrisa en los labios. Sin duda ayudan a hacer la experiencia muy agradable.

¿Qué decir de Carnaval? Un sitio muy, muy recomendable, con muy buena relación calidad precio, ambiente relajado, servicio muy bueno y una carta variada con algo para todo el mundo. 


Volveremos.

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